30 noviembre, 2023

Columna de opinión de Andrés Maestre: “Yo invito y tú pagas”

Hace quince días que se viene pidiendo que se paralicen las empresas de fabricación de productos y servicios ‘no esenciales’ para combatir con eficacia los posibles contagios.

La satisfacción de tomar decisiones que alegren a la gente es una sensación única. Designar ayudas, medidas y decretos que contribuyan a sobrellevar esta crisis sanitaria es una obligación formal de nuestros gobernantes. Para eso les hemos votado y por eso les exigimos que actúen con diligencia y eficacia. Es momento de priorizar. La salud es lo primero, luego todo lo demás. O no, porque la economía es tan importante como la salud –en su justa medida-. Cuando esta pandemia pase tendremos que recuperar la actividad, la que no se haya destruido definitivamente. Algunos van a caer por el camino y ya no estarán tras el Covid-19. Una vez acabe este confinamiento tendremos que evaluar si las cosas se hicieron bien o se improvisó sobre la marcha. Si se tomaron las decisiones acertadas para que podamos recuperar la normalidad o se actuó con incompetencia. Si podremos restaurar esa vida idílica en la que muchos estábamos sumidos en el día a día o habrá que buscar otra salida laboral.

Las comparecencias de Pedro Sánchez de los sábados ya son un clásico. Su «Aló Presidente» de una hora de duración –donde escenifica con todo tipo de detalles su puesta en escena- nos trae cada semana novedades sobre la crisis del coronavirus. No responde a las preguntas de los periodistas –ni lo que quieren saber los ciudadanos- y se limita a repetir hasta la saciedad su discurso. Remarca los puntos que horas antes habrá estado ensayando frente al espejo –o frente a su gurú de la comunicación, Iván Redondo-.

Hace quince días que se viene pidiendo que se paralicen las empresas de fabricación de productos y servicios ‘no esenciales’ para combatir con eficacia los posibles contagios

Desde el inicio del confinamiento -decretado hace quince días por el Gobierno- ya hubo quien pedía que se paralizasen las empresas de fabricación de productos y servicios ‘no esenciales’, para combatir con eficacia los posibles contagios. Trabajadores de empresas de calzado de Elda, Petrer, Villena, Aspe, Elche y otros municipios, de jugueteras y productoras de plástico de Ibi, Onil o Castalla y de algunas factorías de textil de l’Alcoià empezaron a reclamar entonces su paralización laboral por no considerarse de primera necesidad. Creen una contradicción no poder salir de casa a correr o con la bici y, sin embargo, estar obligados a permanecer ocho horas en una nave industrial compartiendo espacio con decenas de compañeros –o centenares- en condiciones de difícil control de seguridad.

El alcalde de Alicante, Luis Barcala, instó a principios de esta semana al Gobierno a que se restringiese con urgencia la actividad económica para evitar desplazamientos. Barcala pidió que se paralizasen aquellas empresas que no producen productos o servicios de primera necesidad. También lo dijo el Presidente de la Diputación, Carlos Mazón: “No se puede parar toda la actividad, pero hay que saber en qué estamos”. ¿Hemos decidido que la salud es lo primero? Si es así, debemos ser consecuentes y paralizar todo aquello que no sea prioritario”, señalaba Mazón en una entrevista en el programa «Alicante Actualidad» de 12TV este miércoles.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se frotan las manos ante la posibilidad de doblegar a los empresarios y obligarles a mantener los sueldos

Y llega el sábado de discurso vespertino y el Presidente Sánchez lo hace. Anuncia la restricción de la actividad industrial y económica de los sectores ‘no esenciales’. Ni despidos, ni ERTES, ni nada por el estilo. El Presidente anuncia un permiso retribuido recuperable. Los trabajadores recibirán su salario con normalidad y recuperarán las horas de trabajo de forma paulatina y espaciada en el tiempo. Los empresarios deben seguir con sus obligaciones como si no pasase nada, aunque ni producen ni facturan. Incluso asumen las devoluciones de mercancía y anulaciones de pedidos que se amontonan en la puerta. Sus clientes retrasan los pagos y a la mayoría les cancelan los pedidos de cartera, les devuelven la mercancía y les anulan las órdenes de pago.

¿Será por dinero? habrán debido pensar el Presidente del Gobierno y su socio. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se frotan las manos ante la posibilidad de doblegar a los empresarios y obligarles a mantener los sueldos –que luego devolverán en horas de trabajo los empleados-. Ahora falta que obliguen a los clientes de esos empresarios a admitir los pedidos devueltos una vez que esto pase, a recuperar la actividad perdida y a consumir los servicios anulados. No es por dar ideas –porque este gobierno es capaz de tomarlas- pero en el discurso del Presidente del próximo sábado podría anunciar un decreto que obligue a los españoles a comprometer sus compras con el pequeño comercio cuando todo esto acabe. Es decir, que esos zapatos que se han dejado de comprar, la chaqueta, la bici, el balón o el viaje no consumido y las cañas y tapas no disfrutadas «se recuperen de forma paulatina y espaciada en el tiempo» en pasar todo esto. Con soluciones como estas da gusto gobernar: yo invito y tú pagas.

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