2 diciembre, 2023

Alicante se calienta, pero no quema

La manifestación fue modélica, casi pequeño-burguesa. No logré ver banderas preconstitucionales, menos falangistas, siquiera de la Cruz de San Andrés

Desde los inmemoriales tiempos en que los sindicatos de clase vertían muchedumbres por las escaleras de los Institutos Jorge Juan y Miguel Hernández, aquellos reivindicativos primero de mayo, o cuando tras el aborto del chapucero golpe de Estado 23F de 1981 los miles de manifestantes también se contaban por decenas, no habíamos visto tanta gente echándose a la calle como este 12 de noviembre contrariado con una amnistía (olvido, ni siquiera perdón) que cambia prófugos y convictos por un asiento gubernamental en La Moncloa.

25.000 me dijo el jefe de policía, pero ante la proximidad del alcalde Barcala (a quien le daba partes minutados), el hombre del orden público, con rictus escéptico y sumiso, subió la cifra a 30.000. Un 10% de la población total si descontamos menores e imposibilitados. Es decir, y en cualquier caso cifra apabullante que el PP en habitual conveniencia hiperbólica ascendió a 45.000.

Las lecheras de la Policía Nacional prácticamente invisibles. Apenas megáfonos consignatarios, y no más cánticos que los de los móviles; más bien aquello parecía una peregrinación santificando a Carlos Mazón, que una revuelta revolucionaria contra un Pedro Sánchez que ya se da por amortizado, y un demonizado Carles Puigdemont como mosca cojonera e imbécil.

La manifestación fue modélica, casi pequeño-burguesa. No logré ver banderas preconstitucionales, menos falangistas, siquiera de la Cruz de San Andrés

Fueran unos cuantos miles arriba abajo la plaza del Ayuntamiento estaba “abarrotada”, pero no menos las calles aledañas como La Rambla y arterias que en ella desembocan. Y, sin embargo, distintamente a lo transmitido por las emisiones televisivas desde Madrid, no logré ver banderas preconstitucionales, menos falangistas, siquiera de la Cruz de San Andrés. Ni gritos más subidos y faltones a los sobradamente conocidos de “traidor-res” (Sánchez y su Gobierno) “España no se vende, ni se trocea”, “Sánchez y Puigdemont a prisión”, y toda esa retahíla cabreada que ya conocemos y de la que obviamos corearon los innecesarios recuerdos a la santa madre del presidente de Gobierno, o las supuestas infidelidades de su serenísima esposa. Pero y en su conjunto, insisto en que la manifestación fue modélica, casi pequeño-burguesa, tanto que los de Vox debieron buscar bulla ultramuros, pero tampoco la encontraron, yéndose a visitar la sede de los socialistas en Benalúa, por cierto, delegación más sellada que la cámara fúnebre de un faraón. Los dejes anticatalanistas indepes, y versus socialdemócratas de medio pelo se quedaron en leve quejumbre.

El Molt Honorable Mazón me repitió lo que ya había dicho antes en su discurso no por más tópico menos acertado, pero en titulares (lo suyo no en la literatura). Barcala apenas se salió del guión, aunque algo más elevado de tono que no de sentido. Y todo el resto de mandatarios, conselleres, ediles, etc. andaban en salutaciones con militantes o futuribles, a la espera de que Gobierno tan poli-ideológico de supuestos españoles y declarados antiespañolistas en un mismo saco de conveniencias, o marxistas de Libro Rojo y ultraliberales neoconservadores echando cuentas de Presupuestos y prebendas particulares acaben apuñalándose o saltando cada cual por su ventana.

En definitiva, domingo festivo y protestón para Alicante con más jolgorio que indignación, y mayor mitin pepero añorando un adelanto de elecciones que ganarían de corrido, pero que, de momento, deberán esperar sin calentarse demasiado porque estas cosas se saben cómo empiezan, pero muy poco de cómo siguen, y nada de cómo pueden acabar. Cuatro años de chalaneo socialista con los independentistas exigirán de mucho aguante, sobre todo cuando Núñez Feijóo amenaza con seguir sacando a la gente a la calle.

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