Desenterrando rencores

Pedro Sánchez, presidente de las Españas, ha venido hasta La Casa del Mediterráneo para homenajear a las víctimas del exilio

Aitana es el nombre que el poeta Rafael Alberti y la poetisa María Teresa León le pusieron a su hija recordando la cima del Puig Campana, la última silueta que vieron de España cuando partían en barco hacia el exilio francés que les duró poco al ser expulsados también de París por «comunistas peligrosos».

Alicante, «provincia traidora», como la denominó el general rebelde a la República, Francisco Franco, fue la última en caer al pozo de una dictadura que duraría 45 años. Del puerto capitalino partió un viejo paquebote, el Stanbrook, aquella tarde del 28 de marzo de 1939. A bordo 2645 pasajeros republicanos intentando sortear la muerte o una larga estancia en inclementes campos de concentración donde un terroso mendrugo sabía a trufas, y una réplica al vigilante podía llevarte al paredón. Eso es lo que nos han contado quienes no pudieron subir al Stanbrook quedando atrapados en el puerto de Alicante mientras la italiana División Littorio tomaba la ciudad por el sur para después entrar en el muelle de Levante y llevárselos presos al Campo de los Almendros, entre lo que hoy es La Goleta y Vistahermosa.

Pedro Sánchez, presidente de las Españas, ha venido hasta La Casa del Mediterráneo para homenajear a las víctimas del exilio

No hay guerra más cruel que la Civil, y que para los alicantinos acabó entre el 30 de marzo y el 1 de abril de 1939. De Alicante saldría también el cadáver de José Antonio Primo de Rivera portado a pie por la Carretera Nacional en loor de multitudes falangistas para esperar en el megalomaníaco Valle de los Caídos, y durante 16 años, la llegada y compañía mortuoria de quien no quiso canjearlo vivo durante la contienda fratricida entre españoles.

Pedro Sánchez, presidente de las Españas, ha venido hasta La Casa del Mediterráneo para homenajear a las víctimas del exilio, entronizado este año en Alicante por celebrarse el 85 aniversario de la partida de aquel barco mercante destartalado y abarrotado de angustias desterradas obligado desarraigo de la nada. Poco después «el amigo de Hendaya», Adolf Hitler provocaba la Segunda Guerra Mundial donde murieron, combatiendo, algunos de aquellos que habían salvado la vida gracias al Stanbrook.

Todo lo dicho es Historia de la que arrepentirse en la memoria colectiva, pero no debiera ser utilizado y vertido como descalificante y odiador estiércol contra partidos que desde el centroderecha a la derecha ultraísta han jurado-prometido (y cumplen) la Constitución de 1978 cuando se firmó la paz entre las dos Españas machadianas dándose la mano Manuel Fraga y Santiago Carrillo, en presencia de Adolfo Suárez y Felipe González, mientras Jordi Pujol rendía acatamiento en La Zarzuela; el resto: vascos y navarros aceptaron la OPA amigable de los impuestos administrados por sus propios gobiernos autonómicos.

Se trata básicamente por parte del Gobierno central de asociar el franquismo al PP y a Vox como fideicomisarios y por ende vinculados con aquellos cutres y retardatarios Principios Fundamentales del Movimiento. Un disparate impropio de mandatarios europeos. Un postureo fantasma de quien no suele venir a vernos, salvo que pueda sacar renta política, como es el caso de un discurso en el que, en lugar de hablar del dolor de los autoexiliados hace ya casi un siglo, se despachó a gusto vituperando a quienes les sacan los colores en el Parlamento y en los medios de comunicación no afines al cesarismo sanchista.

Bien podría haber venido a anunciarnos que estaba en contra de la absorción del Banco de Sabadell, con sede central en Alicante, que el BBVA no respetaría, siquiera como subsede; la ampliación del trasvase Tajo-Segura; mejores servicios que también abarquen las necesidades temporales del turista; completar las infraestructuras del Corredor Mediterráneo; y un largo etc. de incumplimientos para con la 5ª o 4ª provincia de España. Ni siquiera invitó a su mitin, que no disertación histórica, a Carlos Mazón o al alcalde de Alicante Luis Barcala.

Para ese viaje, señor Presidente, no necesitaba las alforjas del Stanbrook. Seguramente para usted, como para Francisco Franco, Alicante seamos una «provincia traidora» visto sus resultados electorales.

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