Un tonto chovinismo secular

El desdén político no puede ser más desastroso para los socialistas PSOE-PSPV y sus socios gubernamentales en desbandada apátrida y de siglas

Alicante y Elche, siempre la inversa, están condenadas a entenderse, menos en un campo de fútbol. Como se ha venido publicando, televisando y radiando este miércoles pasado se reunieron Luis Barcala, alcalde de Alicante, y Pablo Ruz, alcalde de Elche, ambos del Partido Popular, en «aplec» celebrado en dependencias del Ayuntamiento ilicitano queriendo evitar cualquier sospecha de supremacía capitalina.

Luz, taquígrafos, cámaras y fasto institucional como queriéndonos convencer a los respectivos vecindarios de uno y otro municipio: a ésta va la vencida. Si, porque los alcaldes de Elche y de Alicante, de Alicante y de Elche vienen reuniéndose desde tiempos inmemoriales, aunque sin exhibirlo en escena pública frente a sus respectivas ciudadanías por aquello del engreído prurito chovinista y antropológica rivalidad social cuyos remotos inicios deben andar en tiempos de Portus Ilicitanus versus Akra Leuka, pasando por los reinos taifas sub divisorios en la Reconquista cristiana Alicante fue tomada por las armas, mientras Elche se entregó por negociación diplomática, y llegando a la repartición provincial de Javier de Burgos donde también hubo sus aversiones municipales por quítame allá una pedanía u otra línea fronteriza sobre el nuevo mapa de Isabel II. Ya en la contemporaneidad de la segunda mitad del siglo XX, volvieron las cuitas con la ubicación del aeropuerto (en plena expansión de masa turística), y la constitución de una primera universidad (entonces había que desplazarse a Valencia, Murcia e incluso Granada). El primero se le concedió a Elche, El Altet; la segunda a un San Vicente anexo a Alicante, en una de aquellas soluciones salomónicas que aplicaba la dictadura.

El desdén político no puede ser más desastroso para los socialistas PSOE-PSPV y sus socios gubernamentales en desbandada apátrida y de siglas

Hoy las pugnas entre ambas grandes ciudades, segunda y tercera de la Comunidad Valenciana como estas y que te pasa se han quedado sin sentido por no ha lugar: se vive y se trabaja indistintamente, cada vez más con el desarrollo de urbanizaciones litorales como Urbanova, Los Arenales o El Altet, Incluso Torrellano en expansión; la juventud se toma a chacota aquellas inquilinas; cada vez hay más servicios mancomunados; y ya no se puede prever la extensión de una sin consorciarla con la otra.

Sin embargo y sensu contrario en este viceversa común se unen contra el superior de mayor rango: el Gobierno central de Pedro Sánchez, que le ha hecho un corte de mangas técnico al president valenciano Carlos Mazón, cuando éste ha pedido una doble pista para el aeropuerto de Elche-Alicante (aunque su zona de influencia abarca, además de nuestra provincia, parte de Albacete y Murcia). Por mucho informe experimentado en aeronáutica y transportes aéreos que se haga desde Madrid, el desdén político no puede ser más desastroso para los socialistas PSOE-PSPV y sus socios gubernamentales en desbandada apátrida y de siglas; sobre todo cuando a Málaga ya se le concedió esa segunda pista al llegar a los 13 millones de pasajeros, mientras Alicante nos ha superado en 3 millones más, pero se ha quedado, nunca mejor dicho «a la luna de Valencia» que es también quien debe proteger nuestros intereses en el foro madrileño, pero ese sumun de la inteligencia y de la oratoria cuartelera que es el ministro del tema Óscar Puente, ha debido pensar, con esa zarpa izquierda que lo caracteriza: «al enemigo (PP) ni el agua». Tal cual se las traen con el trasvase Tajo-Segura suministrando cicateros caudales con cuentagotas.

Esperemos que Barcala y Ruz pongan fin a esta estulticia de siglos sobre un enconamiento pueril absolutamente improcedente en pleno siglo XXI, y esas declaraciones recientemente realizadas por ambas partes, aunque llenas de tópicos sobre peticiones tantas veces publicadas, empiecen a ser una realidad sobre plano y servicios complementarios, nunca divergentes ni particularismos insolidarios.

Tal como suman y siguen las encuestas, a no tardar, con un Pedro Sánchez de mal en peor (quizá el propiamente también deberá acogerse a la amnistía cuando lo defenestren), dentro de un tiempo, ojalá sea corto, Feijóo ocupará La Moncloa, entonces no habrá excusa para el tanto monta Alicante como Elche preservando cada cual sus señas de identidad (esas antropológicas sociales no se tocan).

Entonces los cuatro poderes: central, autonómico, provincial y locales estarán en sintonía. Sería imperdonable no cumplir lo que el miércoles prometieron en resarcimiento con un Gobierno de España que hace mucho olvidó que Alicante es la cuarta o quinta provincia del país entero, probablemente porque en estos últimos comicios no les hemos sido proclives.

Y más probablemente los dirigentes peperos Valencia-Alicante-Elche habrían comenzado, si no ya ha acabado, esa segunda pista (entre la necesidad y el prestigio horario), pero excede a sus competencias salvaguardadas en el ministerio de Transportes (Madrid). Ya han cedido los trenes de cercanías (Rodalies) a la Generalitat Catalana; por mucho que AENA se oponga ahora mismo, veremos qué pasa cuando haya que cerrar presupuestos con Junts y ERC. Entonces será el momento en que Mazón lance su último órdago sobre la discriminación negativa: ¿por qué ellos sí, y nosotros no?

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